1- Mi compañera de asiento


Welcome to New York City…..” La azafata estaba dando la bienvenida al pasaje a la ciudad de Nueva York.
Este viaje había sido mucho mas ameno de lo que yo había pensado, sobre todo por las historias de mi vecina de asiento, que después de un par de botellitas de vino en el avión y con las que ya venía tomadas me debió confundir con un confesionario porque me contó toda su vida, obra y milagros.  Mas que un asiento eso parecía el consultorio de un terapeuta. Debo de reconocer que me entretuvo, pero me costaba seguír la pista de esta señora cincuentona y neoyorquina que priori parecía que no tenía nada que decir, pero que con la inspiración que da la embriaguez me relato con todo tipo de detalles sus penurias con el alcohol, los amantes que había tenido, la supuesta homosexualidad de uno de sus hijos, el divorcio de la hija, el padre perdido en España y sus intentos de encontrarse a si misma. Una historia digna de cualquier culebrón venezolano o de una peli de Quention Tarantino.
Para huír de tanta intensidad emocional la susodicha se busco un guía espiritual, yo pensé que como el resto de los mortales me hablaría de técnicas de yoga, kabala, budismo, y demás filosofías, pero lo de ella era muchos mas interesante. Lo de ella no era ni leer ni reflexionar si no acción “I like to live life and not read it on a book by some repressed nun… me gusta vivir la vida y no leerla en el libro de alguna monja reprimida…” y por acción ella entendía echarse en los brazos de un hombre mucho mas joven que ella, que aparentemente le daba una pasión increíble pero que luego desaparecía dejándola enganchada a un sexo, según ella adictivo. Ella le llamaba “my spiritual guide….mi guía espiritual”. Supongo que toda terapia tiene sus efectos contrarios y obviamente el acostarse con un hombre mas joven y con la potencia sexual de un toro también tenía los suyos.
Mientras ella me relataba sus pasiones con aquel joven, yo no podía mas que imaginármelo a el, de buena planta, hombre de pocas palabras, las justas para hacerte quitar la ropa. Mi imaginación volaba. Ella seguía hablando confundiendo mi silencio por interés cuando yo ya la había fulminado, ella era un mero murmullo de fondo. Lo único que se me pasaba por la cabeza era como obtener el teléfono de ese guía espiritual cuyas técnicas amatorias eran tan buenas. Se molestaría? decidí no hacerle la pregunta pero me guarde la fantasía que seguramente utilizaría con alguno en NY.
Thank you for flying with us…. The weather…” La voz del capitán informándonos del tiempo me hizo volver a la realidad. La histeria empezó a instalarse en el avión, y todo el mundo se levanto a recoger los bolsos y ponerse en fila para salir corriendo. Siempre me he preguntado a que venia tanta prisa, cuando el avión aterriza la gente cambia, se vuelve nerviosa, se lanzan sobre sus cosas como si fuera las rebajas del Corte Ingles, los teléfonos se encienden como si hubiesen estado incomunicados toda una vida. A veces salir de un avión son como los 500 metros valla.
Mi compañera de asiento estaba imperturbable. Ahora estaba menos inspirada por los efluvios del vino y tenia una cara mas compuesta. Costaba creer que era la misma que momentos atrás me relato con demasiada exactitud lo que su amante le hacia en la cama. Me encanta la capacidad que tienen los americanos de ignorar cualquier situación o hacer como si esta jamás hubiese pasado. Me dirigió una breve sonrisa y un “have a nice time….“ y se puso en el pasillo a tomar posición para la carrera de salida. En cuanto la azafata dio el pistoletazo de salida con la típica frase de “las puertas ya están abiertas y gracias por volar con nosotros….” Mi compañera se puso a caminar como si no hubiese nada en el medio.
Yo miraba a esa señora marchando por encima de todos, con una dignidad increíble, no le importaba saltar por encima de la mama con el carrito, la viejecita que estaba intentando bajar su maleta, el adolescente excitado de estar en “New York”, o la azafata que dirigía ese tráfico. Nadie existía, pero supongo que tanta prisa era por la necesidad de encontrarse con su guía que le daría la dosis de espiritualidad necesaria.
Según se alejaba me dije a mi mismo “ buscar guía espiritual en Nueva York” ………

2 comentarios:

  1. Cuando tengas el contacto de la guía espiritual pásamelo....


    Pimiento

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  2. Siiii, yo quiero dos guias.. al menos :P

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